viernes, 10 de abril de 2020

Los malditos

La vida, esas circunstancias que nos envuelven, generalmente nos moldea, nos va formando para llegar a ser de un modo determinado. Por norma general, esta forma nos es dada por los destinos, ellos determinan cómo deberíamos ser por un motivo u otro.


Algunas personas ganan una forma bastante agradable, son el punto neutro entre la forma rota y maldita, y aquella que está determinada a la felicidad y fortuna. Son esas personas luchadoras, a las que, a pesar de pasar penurias, todo les sale siempre bien. Son conocidos como los clásicos héroes que siempre cuentan con un final feliz.


Otras son bendecidas con una forma alegre, la conocida como "la felicidad absoluta". No existen penas en sus vidas, siempre son felices, sin importar qué ocurre a su alrededor. Las personas que les rodean son siempre acordes con ellas, son siempre demasiado alegres e inconscientes. Ellos no conocen el dolor, no conocen la necesidad, porque siempre obtienen, sin esfuerzo alguno, todo lo que desean.


Y luego, al final, están los malditos. Aquellos que son siempre malinterpretados, sin importar que intenten hacer el bien o el mal, siempre serán considerados el "fruto del mal". Son esas personas necias que no se rinden jamás, luchan por lo que creen que deben luchar, pero siempre acaban perdiendo, sin importan cuánto hayan hecho. El camino de estas personas está marcado por pérdidas, lágrimas, sangre y sudor. Está marcado por el dolor, por el vacío y por las desgracias inminentes.


Yo siempre me centro en este último tipo de personas, porque puedo incluirme entre ellas. Muchas personas me conocen como la "reina del hielo" o el "témpano de hielo", aunque no pueden estar más equivocados. Los que realmente se han parado a conocerme, los que realmente me han mirado a mi y no la coraza que me envuelve, saben que el hielo está muy lejos de mi personalidad. Sin embargo, como he dicho, los malditos siempre somos malinterpretados. Siempre sacrificamos más de nosotros mismos de lo que deberíamos.


Hemos sido hechos así, las personas que nos dañaron, la vida que nos dañó, los destinos que nos condenaron, fueron los que nos hicieron así. No nos digáis, "eres frío", "todo te da igual" o en el peor de los casos "me gustaría ser como tú" porque esas palabras son como dagas clavadas en los lugares más dolorosos de nuestra alma.


Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que los malditos jamás le desearíamos esta forma a nadie, ni siquiera a las personas que más nos han dañado. Porque vivir entre personas que constantemente nos malinterpretan, es un modo constante de recordarnos que la paz y la felicidad siempre escaparan de nuestras manos.



viernes, 27 de marzo de 2020

Me gustaría

Me gustaría ser menos rencorosa, porque así no recordaría quién me hizo todas estas heridas. No vería tu nombre escrito en mi piel ni en las viejas historias que escribo en las noches frías de este maldito invierno.

Me gustaría no ser tan posesiva, porque así no odiaría a quienes me roban tus risas. No sentiría envidia de las personas que hoy pueden tocarte mientras que yo debo cruzarme de brazos cada vez que mis manos arden por rozarte. 

Me gustaría ser capaz de olvidar, porque así no recordaría lo que significa vivir de verdad y me conformaría con vivir la vida simplemente existiendo entre estas masas sin voz ni nombre.

Me gustaría ser inmune al frío, porque así no buscaría tus piernas entre las sábanas ni tus manos entre las cortinas. Sería capaz de calentar mi piel sin buscar el susurro de tu voz cerca de mi cuello. Podría beber café sentada en el sillón sin buscar el calor de tus caricias serpenteando por mis piernas ni tu risa poco disimulada al ver el sonrojo de mis mejillas. 

Me gustaría no estar impregnada en ti, porque así sería más mía y menos tuya. Podría decir que vivo por mi en lugar de tu sonrisa, por mis sueños en lugar de tu mirada, por mis ganas de aventura en lugar de mis ganas de verte. Podría decir que soy libre en lugar de esclava de tus caricias. 

Me gustaría ser menos tuya, porque así sería libre, pero ambos sabemos que mi libertad no llegará jamás. Pues cuanto más tuya soy, más mío eres y eso, eso es algo a lo que no me gustaría renunciar. 

viernes, 20 de marzo de 2020

Memento mori

Hay días en los que casi puedo ser sincera al decir que estoy bien, incluso llego a sonreír de corazón y noto cierta alegría fluir en mi interior.

Pero sólo es un instante fugaz.  

La oscuridad me envuelve con tanta fuerza que llega a ahogarme, me consume, me ciega. Dicen que en la oscuridad es donde más brillan las estrellas, ¿pero cómo verlas si mis ojos están cubiertos?

Oigo voces, unas buenas, otras malas: todas me hablan directamente a mi. Algunas me dicen que este dolor tan profundo es lo que me merezco y otras que es hora de quitarme esta venda y quererme a mí misma. ¿A quién hacer caso cuando todas tienen razón?

A veces me pregunto si no sería mejor morir, total, la muerte es el punto final de toda historia y la mía ya ha tenido suficientes dramas. Sin embargo, y esto es lo gracioso de la cuestión, no soy el tipo de persona que pone puntos finales a nada, al contrario, soy tan terca que no dudo en seguir avanzando, incluso si la historia no me agrada y son las tres de la madrugada. 

Porque aunque la historia esté marcada por el dolor, pérdida y traición, los momentos de felicidad valen tanto la pena que no puedo detenerme. No ahora, no nunca. Al contrario, me llenan de energía y ganas de comerme el mundo como nunca lo había hecho antes. Y es lo que planeo hacer. 

Quizás tarde mucho tiempo. pero dicen que las cosas buenas se hacen esperar. Así que, querida vida, ten paciencia, porque poco a poco, me convertiré en alguien mejor que tú. Y entonces, no me importaría que toda vida tenga que llegar a su fin, porque incluso cuando llegue mi momento, sabré que mi recuerdo perdurará por toda la eternidad. 


jueves, 19 de marzo de 2020

Perder lo encontrado.

Encontré a esa persona que me hace sonreír con un simple mensaje. 
La encontré y la perdí, como todo en esta vida.

Quizás tengas razón y no sepa amar de verdad, pero tiene explicación: ¿Cómo esperas que alguien como yo sepa amar cuando nadie la ha amado de verdad?

El amor de amigos, el amor de hermanos, el amor de familia, esos amores los entiendo y aún así soy muy torpe con ellos. ¿Pero cómo pretendes que entienda el amor que una mujer profesa por alguien a quien quiere como su pareja?

No supe manejar mis emociones, nunca he sabido hacerlo y nunca he mentido o escondido algo, porque me gusta demasiado ser trasparente y sin secretos. Así que sí, dejé salir mis sentimientos, mis deseos, mis ambiciones, mis esperanzas, esperando que tú las atraparas entre tus manos sin aventurar que pudieses dejarlas caer. Y lo hiciste. Yo sola me ilusioné pensando que con lo bien que congeniábamos pudieses sentir lo mismo que yo, pero no fue así y no supe manejarlo.

Me dañé luchando por algo que ambos sabemos que nunca iba a pasar. Eres una criatura enamorada de la libertad y siempre amarás la libertad, y yo no podría darte eso porque me aferro a lo que quiero. Pero lo peor es que te dañé en mi desesperación y no sabes cuánto lo siento.

La distancia me está matando poco a poco, ambos sabemos que sin ti no duermo, no río, no vivo. Sólo sobrevivo y eso no es vida, pero sé que es lo mejor para ti y para él. Sé que es mucho pedir, pero no dejes que él crea que no le quiero, porque es todo lo contrario. Tú y él, él y tú, sois lo que más amo y amaré hasta el final.

Me pican las manos a todas horas, no puedo concentrarme y me desvelo imaginándoos entre mis brazos. A veces sueño despierta y nos imagino como me hubiese gustado que todo fuera, ¿me dejas contártelo?

A veces sueño que llegas a casa de uno de tus conciertos, tu cabello alborotado en esa maraña de rizos que siempre llevas. Él corre hacia la puerta, ella ladra y corre tras él y yo os observo desde la cocina, riendo al ver cómo le atrapas entre brazos e ella salta a tu alrededor buscando atención. Una mirada a lo lejos entre los dos, esa sonrisa tuya seguida de tus tontos guiños, un sonrojo avergonzado y un beso al aire que promete muchos más cuando estemos solos.

Otras veces sueño con ir a tu trabajo con él de la mano a verte o tú visitándome en el mío. A veces nos imagino esperando una niña, una con el cabello tan alborotado como tú y mis ojos, tan igual a ambos como él.

Pero los sueños, sueños son y siempre vuelvo a la realidad. Esa en la que nunca llegas a casa y yo me mantengo en la distancia porque no puedo dar más de mí ya que nada queda.

Y aún así, sigo siendo capaz de susurrar en mitad de la noche, como si pudieses oírme esos "Je t'aime avec tout mon coeur" que nunca me atreví a pronunciar.